A la chica de
mechones azules, sonrisa risueña y carcajada silenciosa le vengo a decir hoy
que aún si fue un error lo nuestro, me alegro de haberlo cometido los dos.
A la chica de
mechones azules, que aunque molesta como niño aún es tierna y querida cuando
escoge, la de las mil historias y las conversaciones de otros millones de temas
sin concluir, le digo hoy que aunque poco duró, me creó una gran ilusión.
A la chichad e
mechones azules, a la que solo le bastaron un par de noches para quedarse y
ablandar mi corazón, no le pido que vuelva pero sí que me regale mis ideas de
nuevo y que por favor no me pida luego que me comporte como siempre, pues una
historia aunque corta, historia vivida sigue siendo. Hoy le digo a esa chica,
la de las infinitas características, que me ayudó a soñar una vez mas y hasta a
despertar cuando era el momento. Que gracias a ella gané experiencia y gané una
nueva perspectiva del mundo que discutí e imaginé con ella.
Decían por ahí que
tengo el cuerpo de un joven pero el corazón de un niño, que se encapricha con
un juguete y casi que lo vuelve su vida, que no supera rápido el suceso y queda
con el vacío de su ausencia. Un soñador sin ahora sueños, qué tristeza que es
lo que hoy muestro en mis versos.
A la chica de
mechones azules, como ya dije no le pido que regrese aunque sea lo que yo mas
quiero, sino solo que devuelva mis alegrías y todas esas noches.
Que se quede con
todas las conversaciones pero a mí me de los silencios con nombre. Le regalo
los momentos pero definitivamente yo me quedo con los litros de aliento que me
quitó en un par de besos y el calor guardado entre su piel y la mía. Aunque
creo que necesito su presencia me conformaré con el dulce recuerdo de que
alguna vez la tuve. Que como un fracasado pienso en conformismos y no lucho por
algo que quiero, pero esta vez no depende de mí sino de ella, de sus locas
ideas y de lo que su indeciso corazón alcance a elegir.
Por cierto, esos
mechones me volvían loco, aunque fueran un par daba la casualidad que parecían
sacarme de esta realidad; aunque muy normal, yo veía ahí la gran diferencia
entre quien me podía impresionar y quién más que eso. Veía y quizá aún vea en
ella una mujer que no busqué jamás pero que siempre esperé por su llegada. Que
es tan raro y fugaz todo que ni yo mismo entiendo qué es lo que pasa y es tan
difícil olvidar que no bastarán mas muchachas ni noches sin dormir para
hacerlo, quién sabe cómo me las tengo que arreglar porque no solo fueron sus
mechones los que marcaron en mi una huella tan fuerte y firme como la de un
barco en el fondo del mar.