Entre ladrillo y ladrillo se construye un sueño


Poco a poco se unen con cemento, bloques color naranja, llenos de ganas, sudor, empeño y convicción. Son estos los inicios de una construcción, que además de darnos un edificio traerá quizá sueños, metas y más cosas por cumplir. Se crea un nuevo lugar donde mil historias se darán, muchos pies pisarán y hasta sonrisas y palabras se escucharán.
Veo como cada uno de los obreros dedican cada segundo de su tiempo para hacer lo mejor posible, hacer que dicho edificio crezca y crezca y sea tan sólido que solo el poder de la madre naturaleza sea capaz de destruirlo.
Es cada día igual, madrugar y trabajar con tiempos variados, lentos pero seguros y con la meta siempre en mente, terminar lo que se pactó y dar un rumbo a lo que al principio solo eran arena, agua, otras herramientas y por supuesto el espacio vacío que nostalgia traía, ya que también hace poco cayó otro gran gris con su historia y el polvo trae consigo recuerdos y ruidos que hoy añoro.
Como nosotros al vivir, siempre habrá alguien que nos pueda reemplazar pero nunca nadie nos va a olvidar. Podrán cavar en nuestra tumba pero el “hueco” que a un muerto se le asigna por siempre sigue en vida.
Ya ha pasado tiempo desde que empezó el proyecto y cada día más cerca al final, pero se ve que en los empleados hay solo ansiedad y preocupación, tan pronto acaben su trabajo “perderán” y así otra vez a buscar donde ganar para el sustento diario de la familia que quizá deban alimentar.
Con curiosidad paso cada día y pienso en qué clase de servicios prestará, el gran gigante que están por terminar.