Mundo...

Aquel día era especial, lo sentía, no sabía cómo, que lo sentía en cada célula de su ser, en lo más profundo de su alma. Por eso y no por ninguna otra razón subí esa noche a la colina, a pesar de que hacía frío.
Era diciembre, y las hojas de los árboles habían desaparecido ya incluso del suelo, arrastradas por las dulces palabras susurradas del aire. El paisaje no era nada acogedor, con las ramas desnudas y la luz del sol que cada vez se tornaba más pálida. Pero por la noche el firmamento se transformaba en un cuadro, en un pozo infinito, y a la vez una cenefa de fondo azul, con todas las estrellas fijas en la pared oscura.
Al llegar a lo alto de la colina me senté en el suelo, como llevaba meses haciendo, noche tras noche, intentando descubrir algo nuevo cada vez que reposaba la cabeza en la piedra cubierta de blando y mullido musgo. Mi respiración se hizo regular de nuevo, dejando atrás la agitación que sacudía mi pecho debido a la pequeña subida, hasta que se ralentizó tanto que podría parecer que me había quedado dormida. Suspiré, y después comencé a contemplar el cielo, buscándola.
¿Qué qué buscaba? Es obvio, ¿no? Todo el que haya estado alguna vez enamorado debe de saberlo. Buscaba lo que me otorgaría la felicidad infinita, la dicha de verlo, todo lo que yo anhelaba; buscaba una estrella fugaz. Sí. Simplemente eso. Una tonta estrella fugaz para algunos, pero como ya he dicho, hay que estar enamorado para poder comprenderlo, para entender qué se siente al verla caer del cielo, hacerla prisionera en tu mente y pedirle el deseo que tu corazón pide en un griterío silencioso. Es irónico. Hoy en día, ¿quién pide deseos a las estrellas, tan lejanas y brillantes, las que a veces parece que nos miran con desdén? Pues yo. Yo pido deseos. ¿Por qué si no iba a subir cada noche a la colina, cuando hacía frío y podría estar junto al fuego? ¿Por que me apasionaban las cosas brillantes? Es otra cosa obvia: amor.
Y pasan los minutos, y las horas, como siempre, lentas y perezosas mientras la brisa y el rocío me cubre enteramente mientras mis ideas y mis sensaciones se hacen mas fuertes…al parecer este silencio acompañado del momento permiten que mi mente cree una burbuja en la cual yo soy el dueño y señor, donde creo mi espacio y mi propia realidad, mas que una realidad un universo lleno de los sentimientos, formas, colores y todas las cosas que quiero que estén allí. La magia que se experimenta no la trataré de entender, es mejor tan solo sentirla, disfrutarla y poder dejarse seducir por ella.
Esta es mi rutina, una rutina que cumplo cada día con mas ganas que el anterior, trato de experimentar siempre una sensación y algo que supere los limites; esta rutina que cada vez que empieza el día espero con ansias y añoro el momento en que no logro estar aquí. Porque creo que vivo para esto, para soñar, sentir, imaginar….amar.
No digo que sea lo mejor para todos pero esto es lo que me hace feliz, encontré mi leyenda personal y al parecer podre cumplirla hoy y siempre sin que nadie se interponga, es mi momento, mi éxtasis y mi máximo esplendor…tal ves hallan mas cosas que pueda hacer pero por ahora prefiero seguir andando en estos mismos lares y con las mismas circunstancias que lo hacen especial.

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